N.E.L.
Natalia Escallon Lievano

El juego del encierro
En esta época de contingencia, el encierro cobra un alto rubro a los niños, los cuales ya no van al parque, ni al colegio, y la única manera de establecer contacto con sus amigos es a través de una pantalla. La virtualidad se ha convertido en la nueva otredad. Los sentidos han quedado limitados a la vista, ya no se puede oler, tocar, ni sentir al otro más allá de la imagen virtual.
Es a través de esta experiencia que un grupo de niños entre los 6 y los 7 años hicieron una representación del parque desde su punto de vista por medio de una maqueta de papel. En estas imágenes podemos observar de qué manera la figura humana prevalece, se imagina o se recuerdan los cuerpos haciendo uso del espacio recreativo.
Las formas, los volúmenes en cada imagen son una composición de esperanza a que esa forma de interacción regrese y dentro de su narración del proyecto expresan su individualidad a partir del recuerdo de un espacio colectivo.
En la obra de cada uno podemos identificar texturas, colores, técnicas, en suma, formas de expresión únicas que reflejan la sensibilidad de cada uno de ellos frente al papel, el material más cercano a los niños en la casa, el cual utilizan para todas las actividades escolares que realizan. Al crear este espacio de parque, resinifican el material para transformarlo en una visión de escape hacia la recreación en mundos del recuerdo que por el momento no pueden habitar, confiando que los colores los esperen y puedan volver a sentir el sol desde este espacio.descripción proyecto
La educación en contextos de encierro conforma un escenario altamente complejo. Los establecimientos educativos que funcionan en instituciones penitenciarias desarrollan sus actividades en un campo de tensiones permanentes, generadas no solo por la particularidad de su alumnado sino por un difícil contexto de funcionamiento en el que priman las cuestiones de seguridad.
Reseña Lotte Reiniger "La Cenicienta" 1922
Lotte Reiniger, pionera de la animación, dedicó su vida a la creación de películas animadas a partir de papel recortado. Inspirada en el teatro de sombras tradicional del continente asiático, sus obras son ricas en detalles, movimientos y motivos.
En su obra "La Cenicienta" crea un mundo alterno que se abre y se cierra para dejarnos ver cortos episodios de la vida de cada uno de los personajes. Es la luz la que le da vida a toda esta obra y permite ver las siluetas. A través de un alto contraste y formas sólidas se va creando un universo que muestra ese mismo contraste entre la experiencia de los personajes. Por un lado están las hermanastras, que se muestran en las primeras escenas en la parte superior de la pantalla, mostrando cómo son superiores a Cenicienta, la cual se muestra en la parte inferior permitiéndole al espectador establecer un claro patrón de jerarquía. Pero es la madrastra, quien aparece en el centro y hace de ente de conjunción entre ambos extremos.
Al ser una película muda, la imagen es doblemente poderosa. El ritmo con el que se mueven las figuras se vuelve la banda sonora que nos permite percibir las emociones de los personajes reemplazando la sensación que suele musitar la banda sonora en estos casos. El espectador se vuelve más sensible al movimiento, la velocidad del mismo y las sutilezas de los detalles para poder completar en su mente los detalles de la historia.
Por otro lado apreciamos la intervención del texto, elemento que se utilizaba en el cine mudo, para dar pistas de aquello que iba sucediendo. El texto como serpientes recortadas llenas de significado, el significado que le da el espectador en el momento en que lo teje con las imágenes en su mente. La palabra escrita que es realmente un dibujo lleno de significados aprendidos a partir de acuerdos sociales. ¿Cómo es que el texto suele tener una forma de lectura directa mientras que las imágenes crean lecturas disidentes?
En la producción predomina el negro que parece una y otra vez comerse las imágenes al cerrar sus fauces sobre ellas. Son pequeñas ventanas de realidad las que se ven y permiten dar una ojeada a ese universo alterno. Es el negro el espacio más atrayente, más incluso que las imágenes porque tiene el poder de desvelar y aún más importante velar lo que no quiere que veamos, lo que sucede en las otras habitaciones, en la calle, con los otros. Pienso en la televisión, en los noticieros donde pasa exactamente lo mismo, desvelan algunas cosas creando una cortina de humo sobre otras. Hay situaciones que no nos son permitidas ver ni apreciar.
Ese poder que tienen los artistas, y en general los adultos de ocultar realidades, todo tipo de realidades en consecuencia a variados motivos. Y no sólo velan realidades sino que transforman las existentes reforzando paradigmas establecidos. Por lo tanto en esta pieza se puede observar el paradigma social del matrimonio como la forma de salvación de una doncella.
Al ser una pieza diseñada para niños, podemos ver cómo a través del cuento de hadas se envía un mensaje de liberación de los adultos opresores que no le permiten aquella anhelada libertad a la protagonista y que la única forma en que logra alcanzarla es a través del matrimonio con una figura masculina que se presenta como rica y poderosa.
Al final, la destrucción de la madrastra al ver a Cenicienta finalmente irse de la casa, es violenta y agresiva, ella es rasgada por la mitad y desaparece de la escena. Es curioso cómo no se percibe lo que le pasa al villano como violento, grotesco sino merecido y necesario para poder llegar al final feliz. Es para el espectador más violento el tirar lentejas para que Cenicienta las cuente que la madrastra al ser rasgada por la mitad. La forma en que se narra y se maneja el ideal de lo ético a través de la estética es trascendental en la forma en la que percibimos las imágenes y las situaciones. La fealdad, lo políticamente incorrecto son construcciones sociales reforzadas por las imágenes, los textos y los discursos.
La obra está compuesta por tres elementos; papel, luz y cámara. Es impresionante que con tan pocos elementos se pueda construir una historia a partir de imágenes con tantas capas de significado. Una de estas capas es cómo se ve a la mujer como un infante, un ser que no puede tomar las riendas de su vida pues necesita a un hombre a su lado no solo que le de seguridad y posición social sino que tome decisiones por ella.
A pesar de ser una historia que aparece por primera vez hace más de cien años, se he repetido una y otra vez a través del tiempo en diversos países y se sigue replicando en películas y libros su formato. Tenemos por un lado los escritos por los hermanos Grimm pero este es solo una de las versiones relativamente tardías ya que se cree que la primera historia con este plot fue escrita en Grecia en el siglo sexto antes de Cristo. Tenemos también la que marcó la infancia de muchos niños, la versión de Disney con sus ratones y pájaros. Pero también otras que tienen la misma línea narrativa como Orgullo y Prejuicio, Pretty Woman, o My Fair Lady. Parece que es una historia que sigue vigente y estos patrones están tan marcados dentro de nuestra cultura que se repiten e incluso se desean ¡No más hay que ver las telenovelas latinoamericanas!
La forma en que Lotte Reiniger narra la historia, su técnica y la poética de la imagen que maneja hace de este trabajo una obra eterna.
Carta
Abril 8, 2020
Querido Paul,
Te escribo en medio de esta PANDEMIA, en letras mayúsculas como nos lo han hecho creer los medios. Un momento de crisis mundial, de cuestionamientos políticos y de tratamiento de choque. Llevamos ya tres semanas encerrados y no he puesto un solo pie fuera de mi casa hasta ahora. Cuando abro la ventana oigo el silencio de la calle y me siento en una película de ciencia ficción donde ni siquiera en mi encierro soy la protagonista.
Pensé que iba a ser un tiempo de recogimiento, de silencio interno como el que está afuera pero por el contrario el mundo moderno no se detiene, recibo más emails que nunca, mensajes por whatsapp interminables y trabajos por montón. Esperaba que en esta crisis encontrara algunas respuestas... Aún queda tiempo para ello.
Pero es en medio de este encierro donde se supone que lo hacemos por el otro, para que ese otro que a veces olvidamos sobreviva, pero lo siento más ausente que nunca. El aislamiento lo siento hasta natural, necesario. Creo que en el fondo tengo espíritu de ermitaño. No me mal entiendas, me gusta la gente, pero a veces me siento agobiada por tanto ruido, opiniones por doquier, y siento que en todo momento se espera algo de mi. Es sola en mi estudio cobijada por la noche donde más tranquila me siento, aunque a veces mis pensamientos me traicionan y como otro infiltrado me pide cuentas. Es extraño pensar en la alteridad como eso otro que es tan importante que se ha metido dentro de mi cuerpo.
En nuestras conversaciones siempre hemos hablado del otro como aquel que está por fuera de mí, es eso que no soy yo, eso que está ahí y de lo que no formo parte, eso que no puedo conocer del todo. Cuando me miro al espejo me siento un poco como esa pintura de Magritte en donde el reflejo no existe, es él mismo pero de espaldas, incapaz de conocerse. Me veo como la mujer de la manzana con un sombrero de hombre. Acá en el silencio de la noche solo oigo mis pensamientos, pero son varias voces las que me invaden, cada una diciendo algo diferente. Por qué lo dejaste para el final, deberías aprovechar el momento, hay que ser agradecido, debería estar durmiendo, me duele la cabeza, no sé por qué me empeño tanto en este curso de acción, pero has tenido muchas oportunidades, tienes en tus manos un proyecto increíble, pero también deberías trabajar en tu obra personal, per no sola. Y en este curso del discurso siento la otredad dentro de mí misma. ¿Cómo comprendo al otro cuando aún me falta tanto por entender de mí misma? Hace falta tanto por conocer... Debo entender lo de afuera para en su naturaleza comprenderme o al revés. Existe realmente una mismidad. Soy una sola o varias que debo aprender a conocer.
Es maravilloso aprender desde la estética, desde lo bello. Aprender analizándolo, pensándolo, escribiéndolo. Entre más observo las cosas más extrañas las siento pero más detalles también tengo en mi ser de ellas, comienzan a ser uno en mi universo, se desdibujan al combinarse con otras observaciones, otros recuerdos no del todo precisos. Esta es la parte que más me gusta, el sentir que todo lo que veo, leo, aprendo, escucho, siento se vuelven masas que orbitan a mi alrededor, en mi mente, tal vez es por eso que nunca encuentro descanso, siempre están ahí dando vueltas y yo en la cacería de nuevas imágenes.
En este aislamiento de los otros, distanciamiento social (que concepto más extraño, es para dar toda una disertación) siento la locura de la búsqueda del otro que no es más que la búsqueda de la manera en que el otro puede serme útil. La humanidad, el sentimiento de caridad por el otro no sé cómo existe, lo veo a veces en los más religiosos, pero que tanto de eso es predicado y que tanto es realmente acción. Habíamos llegado a un distanciamiento social donde el habitante de calle lo ignoramos, como si no lo viéramos, pero no solo a ellos, al ex con el que terminamos mal le quitamos el saludo, el amigo con el que peleamos o al que le debemos plata también evitamos su existencia. Estamos en un distanciamiento social físico, pero el distanciamiento social ya existía hacía mucho tiempo.
¿Qué tiene que pasar para que volvamos a ver el otro por lo que es y no por cómo nos sirve? ¿Cuántos libros tendremos que leer o escribir? ¿Cuántas conversaciones frente al espejo aguantaremos antes de decidirnos volver a mirar al otro a los ojos? Y ¿cómo será cuando nos volvamos a ver?
No queda más que agradecerte por todas las conversaciones, las complicidades, las visitas y los no encuentros... gracias por ser parte de los otros que siento cerca.
Con cariño,
Natalia
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